Otras divisiones

Aunque el triple septenario es la división más importante, existen muchas otras posibles, ya que los Arcanos mayores, al ser arquetipos, se prestan a la relación mediante comparación y se pueden establecer entre ellos asociaciones de todo tipo. Vamos a ver algunas de ellas para seguir dotando de significado a cada Arcano. Una vez que se familiarice con los Arcanos, el lector puede establecer sus propias relaciones entre ellos, lo cual es una excelente manera de interiorizar los distintos núcleos de unión en torno a los cuales gira el amplio abanico de significados asociados a cada arquetipo.

Tríadas o ciclos

Esta división está directamente relacionada con la septenaria que vimos en el Viaje del Loco. Tomando los Arcanos de cada etapa que coinciden ordinalmente (esto es, los primeros de cada septenario, luego los segundos, etc.), formamos tríadas o ciclos que guardan relación con respecto a un tema central del Viaje del Loco en su versión social, mental y espiritual. Los llamamos ciclos porque, al igual que el viaje, son fenómenos de carácter periódico.

Los Arcanos de cada tríada están separados uno del siguiente por el número siete, que es un ciclo perfecto: 7 días, 7 notas, 7 colores del arco iris, 7 planetas de la astrología. El siete también es un número de acción, de movimiento, pero siempre orientado a un objetivo, lo cual concuerda con los tres septenarios del Viaje del Loco.

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El primero es el ciclo de la elección, formado por el Mago, la Fuerza y el Diablo. El mago tiene en sus manos todos los componentes necesarios para realizar su obra, pero tiene que elegir un camino; en este momento es un todo en potencia, pues todo es posible, y de ahí el símbolo de infinito sobre su cabeza, pero para avanzar se ve en la obligación de decidir qué camino recorrer, desechando infinidad de ellos. La Fuerza controla los impulsos que nos impiden ver el camino con claridad; es la compañera inseparable del mago, pues domina al león, que representa la dificultades y obstáculos que se nos presentan, inherentes a nuestras decisiones. La Fuerza retiene al león, que es el ego del Mago, para impedir que este influya en sus decisiones y que estas se limiten a lo material, permitiéndole ir más allá. Pero en el Diablo, la Fuerza y el Mago aparecen encadenados, indicando que hemos hecho de nuestra propia decisión una cárcel en la que nos encontramos a gusto; nuestro camino nos ha atrapado convirtiéndose en un laberinto y creándonos la ilusión de que no tenemos elección.

Si se observan secuencialmente, cada Arcano del ciclo de la elección es más restrictivo que el anterior: de la libertad de elección más absoluta pasamos a anular las elecciones influenciadas por el ego, para terminar atrapados por nuestra propia elección. Sin embargo, también secuencialmente la duda va desapareciendo, pues al principio las infinitas posibilidades nos abruman, después las limitamos, y por último seguimos un camino sin plantearnos el desviarnos por alguna de sus ramificaciones.

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Le sigue el ciclo de la conciencia o ciclo de la duda, en el cual se busca la Verdad dentro de sí mismo, mediante la introspección: de la reflexión nace la duda, y de esta se llega a la respuesta que destruye las falsas concepciones que habían arraigado en nuestro interior. Muchos ven en la Sacerdotisa a Mnemosina, la Memoria, madre de las musas, que nos dio el don de atesorar todos nuestros recuerdos, experiencias y pensamientos y recuperarlos a voluntad a pesar del paso del tiempo. Puesto que somos la obra del Creador y estamos dotados, como él, de Pensamiento y Palabra, dentro de nosotros se encuentra la Verdad, de manera que, reflexionando, podemos llegar a ella. El Ermitaño camina en busca de la Verdad empuñando sus ideales, con los que alumbra el camino y en los que se apoya durante su búsqueda. Con sus ojos cerrados indica que no busca la respuesta fuera de él, sino en su interior; por eso está en la cumbre de la montaña, aislado y concentrado en pensamientos elevados que provienen de sí mismo. Finalmente llega la respuesta, la duda se deshace y nuestras falsas ideas, sólidamente cimentadas, que defendíamos a ultranza, caen como una torre derribada por el rayo de la Verdad, que rompe nuestros férreos esquemas y nos proporciona una nueva visión que nos permite crecer espiritualmente; pues la Torre es el pensamiento estricto, inflexible, que se ha solidificado impidiendo que nuestra mente se abra y tengamos en cuenta otros puntos de vista.

Cada Arcano es más desapacible que el anterior, lo cual simboliza el sufrimiento psíquico que acarrea la duda: desde la serenidad de la Sacerdotisa pasamos a la crisis del Ermitaño para terminar con la destrucción de la Torre. Esta secuencia refleja el hecho de que para resolver una duda es necesario destruir las falsas creencias y no encerrarse en ideas fijas: el fuego del rayo, el elemento más sutil, vence al más concreto y menos adaptable.

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El tercero es el ciclo de la creación: la Emperatriz es la Madre Naturaleza en torno a la cual se produce una explosión de vida; se la relaciona con Venus, diosa que imbuye en todos los seres la capacidad y voluntad de reproducirse, y con Ceres, diosa de la fertilidad. Pero la creación va más allá de la vida material: se pueden crear ideas, incluso sentimientos a través de la música y otras artes. Sin embargo, no todo lo nuevo sobrevive lo suficiente como para consolidarse y convertirse en creación de pleno derecho, ya que todo se ve sometido al giro de la Rueda de la Fortuna, que nos pone a prueba cambiando continuamente la suerte para comprobar hasta qué punto nos adaptamos al cambio; mas, aun cuando todo fluye en aparente caos, en realidad hay un orden superior que permite que la creación se mantenga a través del cambio y la adaptación que se observan en las leyes naturales. Nuestras creaciones (hijos, ideas, proyectos, etc.) son un jardín que debemos cuidar como la hace la Estrella, que modela el poder creativo del universo para hallar en él la belleza y cultivarla.

El siguiente ejemplo servirá para entender mejor esta secuencia: el escritor tiene algunas ideas (la Emperatriz) acerca de una novela, pero estas aún están en estado embrionario, no tienen forma ni estructura. Pero mientras más vueltas les da (la Rueda de la Fortuna) más se van consolidando, hasta que finalmente cobran cuerpo aquellas que resultan provechosas y se adaptan al proyecto, mientras que las demás son desechadas o sustituidas por otras mejores. Entonces el escritor comienza a escribir su libro (la Estrella) intentando plasmar en él todas sus ideas, y poco a poco va desarrollando la historia hasta que consigue terminarla. Hemos pasado de la semilla (la Emperatriz) abriéndose camino en el subsuelo (la Rueda de la Fortuna) al árbol completo (la Estrella).

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Llegamos al ciclo del poder, en el que el Emperador se sienta en su trono y desde él dirige y gobierna, dando orden y estabilidad a la Creación. Y para que no haya exceso de poder y el Emperador se convierta en un tirano que paraliza el desarrollo de la Creación en el mundo material, la Justicia se sienta a su lado y juzga sus acciones de gobierno con la balanza, castigando y destruyendo con la espada los excesos. No obstante, el Emperador lleva una armadura, y a veces se opone a la Justicia; si la vence, el resultado es la Luna: bajo la apariencia de un sol, brilla  la luna y su mundo de apariencias, en el que se instala el Emperador para hacer creer que es un buen líder cuando está practicando el despotismo; así, mantiene engañado al pueblo y lo absorbe proyectando el reflejo de lo que el pueblo espera que sea un buen gobernante.

Son dos versiones distintas del poder, situadas cada una a un lado de la Justicia, que es el equilibrio. Visto de otra forma, el Emperador da orden y estructura a las cosas para que puedan funcionar; la Justicia modera ese orden, ya que su exceso puede secar y estancar aquello que pretende organizar; y la Luna crea solo una ilusión de orden, practicando el poder por el poder.

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El siguiente es el ciclo de la iluminación, muy relacionado con la doctrina cristiana, pero aplicable a cualquier religión o filosofía de la iluminación, como el budismo y el zen. La tríada la forman el representante de Cristo en la Tierra (el Hierofante), el propio Cristo (el Colgado) y Dios Padre (el Sol), entendido como Padre cósmico. El Hierofante es el primer peldaño; él, a través de la palabra, adoctrina a sus discípulos en la teoría de la iluminación, pero esta, en realidad, no se puede explicar con palabras y no se puede alcanzar a nivel teórico. El Colgado da un paso más allá y practica el camino de la iluminación: renuncia a todo lo que le ata al mundo material y se deja vencer, porque solo así puede experimentar la Verdad y alcanzar el estado de conciencia superior que le permitirá la unión con Dios; y lo consigue, pues un halo, un pequeño sol, irradia de su cabeza. El último peldaño es el propio Padre cósmico, el Sol, que proporciona el estado de pureza necesario para alcanzar la conciencia superior simbolizado por el niño en el que se ha convertido el Colgado; este ha vuelto a nacer con una nueva conciencia iluminada.

Es curioso que aparezcan personajes cada vez más jóvenes: primero, el sacerdote maduro, maestro del verbo, que entiende y explica lo que es la iluminación pero nunca la alcanzará solamente hablando sobre ella; segundo, el joven sacrificado, que permanece en silencio y así comienza a experimentar la iluminación; y por último, el niño y su inocencia, que avanza victorioso, pero sin que esa victoria conlleve la derrota de rival alguno excepto la del propio ego.

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Estos tres Arcanos forman el ciclo de la existencia: nacimiento, muerte y resurrección. También tiene reminiscencias cristianas, con Adán y Eva, primeros seres humanos, cuya unión representa la vida, y que posteriormente son expulsados del Paraíso al Reino de la Muerte, pero al final de los días, con la llegada del Juicio Final, llega la redención y el perdón para todos. La tríada representa la transformación de la energía vital, que primero se concreta en el hijo que tienen los Amantes al unirse, luego su forma física caduca con la Muerte, y después renace bajo una nueva forma en el Juicio.

Obsérvese que cada vez hay más personajes: en los Amantes son tres, cinco en la Muerte (aunque vivos quedan solo tres) y siete en el Juicio; o dos, cuatro y seis, si no contamos a los ángeles y a la propia muerte y tenemos en cuenta solo a las personas que aparecen. Resulta curioso que 2+2 = 4, y 4+2 = 6; es decir, cada Arcano es una evolución del anterior, lo cual quiere decir que la Muerte es parte del proceso de la vida, que además no acaba ahí, porque es el Arcano central.

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El último es el ciclo de la perfección, formado por los Arcanos que cierran cada una de las etapas del viaje del Loco. El primero que busca dicha perfección activamente es el joven del Carro, que parte en busca del éxito, pero este lo entiende como una competición de egos y cree que la perfección solo es posible siendo mejor que otros. Después llega la Templanza, que representa la entereza para enfrentarse a las dificultades y sobreponerse a los fracasos; en ella se observa ya un equilibrio de sus propias energías, representadas el fluido que intercambia entre las copas: ya no las orienta hacia el exterior, como lo hacía el joven del Carro, sino hacia sí mismo, dando a entender que tú mismo eres tu mayor enemigo, y que solo equilibrando tus energías puedes ser feliz. Y, por último, la perfección tiene lugar en el Mundo, que representa la plenitud, el nacimiento del ser perfecto.

Obsérvese que, a simple vista, el personaje de cada Arcano va adoptando cada vez una forma más femenina, pero en realidad lo que adopta es una forma andrógina, pues la perfección pasa por no identificarse con una energía concreta (masculina o femenina) y albergar ambas en la misma medida.

Pares antónimos

Hemos visto en el viaje del Loco que la sucesión de los Arcanos mayores guarda cierta lógica que tiene que ver con el significado primordial de los arquetipos que representan: al comienzo le sigue la reflexión, después la creación, los puntales de la obra, la mirada más allá de las formas, etc. Pero si se observa cada Arcano con respecto al siguiente, también dan sensación de oposición. A continuación se ofrecen pares de palabras antónimas para cada par de Arcanos, que ayudarán a hacerse una idea de la forma en la que los Arcanos oponen sus arquetipos.

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energía dispersa – energía concentrada

todas las direcciones – una dirección

ser - hacer

imitar – ser único


ar01ar02

acción – reflexión

el acto – la espera

conocimiento – sabiduría

inteligencia - intuición


ar02ar03

incubar - crear

castidad – promiscuidad

pensar – materializar

distante – amorosa


ar03ar04

anarquía – orden

amabilidad – inflexibilidad

fluidez – rigidez

efímero – duradero


ar04ar05

material – espiritual

inmovilidad – expansión

el no – el sí

aquí – allá


ar05ar06

teoría – práctica

la idea – el ser, lo real

grupo – pareja

identidad grupal – unión íntima


ar06ar07

dependencia – autonomía

proyecto en común – metas personales

simbiosis – conquista

unión – separación


ar07ar08

ímpetu – calma

ambición – autodominio

lucha exterior – lucha interior

oponerse a los demás – oponerse al ego


ar08ar09

seguridad – duda

equilibrio – crisis

control – guía

solución – problema


ar09ar10

prudencia – locura

quietud – movimiento

estancamiento – fluidez

reflexión - acción


ar10ar11

caos – orden

adaptabilidad – rigor

indisciplina – disciplina

azar – causa y efecto


ar11ar12

seguir las reglas – dejarse llevar

lucha – rendición

juzgar – ser juzgado

perfeccionismo – humildad


ar12ar13

situación en suspenso – actividad transformadora

anudar – deshacer el nudo

sufrimiento – fin del sufrimiento

crisálida – mariposa


ar13ar14

poda – regeneración

lo inexorable – lo remediable

transformación – imperturbabilidad

muerte – curación


ar14ar15

equilibrio – desequilibrio

virtud – pecado

bienestar espiritual – placer material

elevación – descenso


ar15ar16

esclavitud – libertad

sumisión – rebelión

oscuridad – fogonazo

placer – dolor


ar16ar17

destrucción – reconstrucción

tensión – paz

ruina – esplendor

incertidumbre – esperanza


ar17ar18

dar – recibir

influir – ser influido

orientación – ocultismo

sembrar – recoger


ar18ar19

sueño – realidad

noche – día

doblez – sencillez

reflejar – irradiar


ar19ar20

nueva construcción – obra completa

reconciliación – perdón

amanecer – despertar

regresar – ser llamado


ar20ar21

liberar - encerrar

resucitar - renacer

familia – ser andrógino único

estar – ser


ar21ar00

terminar – empezar

óvulo – espermatozoide

estar protegido – estar expuesto

constancia – inconstancia

 

Relación por reducción teosófica

La reducción teosófica consiste en reducir a un solo dígito las cifras que entran en la composición de un número dado mediante la suma de sus dígitos. Por ejemplo, el 10 puede reducirse a 1, ya que 1+0 = 1; el 89 puede reducirse a 8, pues 8+9 = 17 y 1+7 = 8; etc. Así, la reducción teosófica nos muestra inmediatamente que todos los números se reducen a los nueve primeros dígitos de la serie natural.

Cada número del 1 al 9 tiene un significado dentro de la cábala y la filosofía pitagórica. Se supone que todas las cartas que corresponden al mismo número por reducción teosófica guardan relación con su significado.

1: el Mago, la Rueda de la Fortuna y el Sol.

El 1 es la potencialidad, el comienzo, la energía sin experiencia, así como la potencia necesaria para acometer una empresa y la fuerza de voluntad que lleva al individuo a ejecutar acciones que requieren esfuerzo y trabajo. Representa a la semilla que se convertirá en árbol.

El tema de la potencialidad es claro en el Mago, que es el Arcano de los comienzos, y en la Rueda de la Fortuna, que representa un universo cambiante en el que todo es posible. La fuerza de voluntad se expresa en el Sol, pues gracias a ella y al trabajo duro se llega a la iluminación.

2: la Sacerdotisa, la Justicia y el Juicio.

El 2 es la gestación, la acumulación de energía en un espacio protegido, un estado estable que se prepara para la eclosión. También es la inteligencia creadora, la gran energía espiritual que empuja a crear obras. Por último, aquí se presenta la idea de la dualidad, el ser y el no ser. Representa a la semilla bajo tierra.

El estado de gestación y acumulación es próximo al de la reflexión que se da en la Sacerdotisa, pues ella incuba las ideas que darán paso a la creación en la Emperatriz. En la Justicia se observa la dualidad entre el ser y el no ser, ya que ella le da a cada cual lo que le corresponde, ya sea dando o quitando. El Juicio es otro estado de gestación, ya que ese Arcano conlleva la idea de la resurrección después de la muerte.

3: la Emperatriz, el Colgado y el Mundo.

El 3 es la explosión creativa, acción sin experiencia, sin conocer el objetivo; pero también energía destructivo en cuanto a que limita para dar forma, eliminando lo que no sirve. Representa el momento en que germina la semilla.

La parte creativa se expresa claramente en la Emperatriz, mientras que la destructiva se ve en el Colgado, que debe sacrificarse y dejar de lado todo aquello que no es él para renacer con una conciencia superior. En el Mundo asistimos al nacimiento del ser superior, para lo cual ha sido necesario la actuación de ambas energías: creativa, para darle su esencia, y destructiva, para eliminar lo superfluo.

4: el Emperador, la Muerte y el Loco.

El 4 es la unión de contrarios, y por tanto la estabilidad, el equilibrio; la acción se consolida y se establece en la seguridad. Es también la construcción y la expansión, pero esta se puede tornar destructiva si no se le pone límite. Representa al árbol ya formado.

De la estabilidad que proporciona el Emperador, que trata de expandir su imperio y darle equilibrio, llegamos a las consecuencias negativas de esto en la Muerte, en la que lo estable se estanca y muere al carecer de capacidad de adaptación. Al Loco se le suele asignar la posición 22 entre los Arcanos mayores, y participa de esa energía optimista y expansiva, aunque sin la estabilidad y el equilibrio que le da el Emperador.

5: el Hierofante y la Templanza.

El 5 es una mirada nueva, una transición que disuelve la estabilidad hacia nuevos horizontes, una crisis que dará origen a la elección o la definición. También es el coraje necesario para enfrentarse a los propios errores con el fin de superarlos. Representa al periodo previo a la floración.

El Hierofante aporta una mirada nueva al Emperador señalándole mundos más allá del material, y la Templanza aporta entereza para dar el paso antes de tomar una decisión.

6: los Amantes y el Diablo.

El 6 es el descubrimiento y contemplación de la belleza que se buscaba, pero en ella también se esconde el orgullo. También es la capacidad de conexión. Representa la floración, que a su vez anuncia la eclosión del fruto.

Los Amantes experimentan la belleza a través de la unión, pero en el Diablo esta belleza se ha vuelto demasiado material y puede volvérseles en contra.

7: el Carro y la Torre.

El 7 es la acción en el mundo, pero a diferencia del 3 es una acción con experiencia y con un objetivo, basada en un principio, joven por su energía pero madura por su experiencia. Representa al árbol que comienza a dar fruto.

Tanto en el Carro como en la Torre vemos dos versiones de esta energía de acción: la victoria y la derrota.

8: la Fuerza y la Estrella.

El 8 es la perfección, un estado que no se puede mejorar y de total receptividad. Representa el fruto completamente formado.

La Fuerza domina al ego en un estado perfecto de armonía espiritual, y la Estrella cuida de su jardín y pone en él todo su esfuerzo orientado a alcanzar la belleza, que es la perfección.

9: el Ermitaño y la Luna.

El 9 es la crisis de transición en la que se abandona la perfección para entrar en un nuevo mundo. Representa a la fruta ya madura y a punto de caer.

La búsqueda del Ermitaño se debe a la crisis que experimenta al descubrir que existe un estado de conciencia superior más allá del dominio del ego, mientras que la Luna trata de la transición de la ficción a la realidad.

Todas estas relaciones entre los Arcanos, y otras más, las veremos con más detalle cuando los examinemos uno por uno.

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